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24/3/10

Estaba oculta. Debía ser silenciosa; guardarme para mí. No tenía que ser capaz de mostrar lo que realmente era. Mi apariencia era letal. Para mí era letal. Las consecuencias de mis decisiones eran como granadas a punto de estallar. Siempre al borde de la exploción. A veces no sabía cómo comportarme, qué estaba bien y qué estaba mal. En realidad, siempre todo estaba mal. Yo era parte de un plan macabro lleno de golpes. Algo querían expresar. Ellos eran los artistas y yo su arte; a golpes aprendí qué es el arte realmente. Dolor y sufrimiento vi correr por mis mejillas, y entre lágrimas saladas contemplé la verdad del compañerismo: EL COMPAÑERISMO NO EXISTE; ES UN INVENTO DE LA SOCIEDAD.
A veces me pregunto si, acaso, no seré yo también un invento de la sociedad; un producto, un resultado de los golpes. Terminé siendo lo que menos deseaba ser. Me centré en mis peores temores, y me convertí en todo aquello que alguna vez temí ser.
Ahora estoy en medio de la nada, esperando un cambio que no quiere hacerse presente. Por el momento me atormenta darme cuenta que no debía ser y que aún soy.

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